Niran PruksaManee es el hijo mediano de una familia muy pudiente de Chiang Mai, Tailandia, que esperaba mucho de sus retoños. Ya desde muy joven, se resistió a la vida estructurada que habían ideado para él; prefería recorrer el inmenso jardín amurallado del recinto arreglando las plantas con los jardineros que trabajaban para la familia.

A muy temprana edad, demostró ser demasiado inteligente para los costosos colegios que su familia podía permitirse, hasta el punto de completar las tareas mal a propósito, pues sus profesores se quejaban de que resolvía los problemas con más meticulosidad de la necesaria o con procedimientos novedosos que dejaban entrever el brillante futuro que le aguardaba. Sus padres, desesperados por inculcar cierto orden en Niran, lo enviaron a la prestigiosa academia arquitectónica de Vishkar.

Niran desarrolló una aversión casi inmediata por la rigidez y la belleza artificial a la que Vishkar denominaba «perfección». Los demás estudiantes lo evitaban, todos salvo una: su compañera de habitación Satya Vaswani, que más tarde se haría llamar «Symmetra». En pocas semanas, se hicieron inseparables y, pese a que casi nunca se ponían de acuerdo, desarrollaron un respeto mutuo.

Conforme se fue haciendo mayor, aprovechó el dinero de sus padres para viajar y aprender sobre su verdadera pasión durante las vacaciones escolares: la naturaleza del mundo. En sus viajes, le afectó la agitación que existía fuera de su burbuja perfecta de opulencia. La gente necesitaba ayuda en todas partes. Las enfermedades, lesiones y otros males castigaban a las comunidades con dolor, un dolor que Niran estaba dispuesto a aliviar.

Con los recursos de la academia y la influencia de sus padres, Niran inició su propio proyecto para sanar el planeta.

En sus investigaciones, descubrió que el difunto fundador de Vishkar quería que todo el mundo pudiera contar con luz sólida, pero la corporación aplicó restricciones a su tecnología. Con este diseño original y su fascinación por la botánica, Niran creó algo nuevo. La luz sólida generaba materia inanimada, pero esta invención novedosa e inestable llamada «bioluz» originaba materia orgánica capaz de sanar heridas terribles en un abrir y cerrar de ojos.

Por desgracia, fue justo entonces cuando empezaron los problemas de Niran.

Al igual que su visionario predecesor, Niran soñó con entregarle la bioluz al mundo. Vishkar no estaba de acuerdo y reclamó la autoría de la invención. Ignorando sus exigencias y los consejos de Satya Vaswani, huyó de la academia con su incipiente tecnología. Cuando sus padres se enteraron, le cortaron todo acceso a sus cuentas y le suplicaron que volviera, devolviera la tecnología e hiciera las paces con Vishkar.

Niran, solo y perseguido, acudió a Arcología del Atlántico, una ciudad científica, ecológica, autosostenible e independiente en el océano Atlántico ajena a las leyes gubernamentales del mundo. Allí, Lifeweaver ha seguido estabilizando y perfeccionando la bioluz, y pretende utilizarla para recuperar la conexión del planeta con la naturaleza y ayudar a los más necesitados.