Illari empezó el exigente entrenamiento para convertirse en guerrera Inti a muy temprana edad. Incluso entonces, ya mostraba un potencial enorme; sus entrenadores creían que se iba a convertir en la guerrera más poderosa de su tiempo. Ella se volcó con los deseos de su comunidad, dedicaba el tiempo libre a entrenar para así algún día poder estar a la altura de la leyenda que ya crecía sobre su nombre. Al final, el trabajo duro y los sacrificios dieron sus frutos. Se convirtió en la persona más joven en unirse a los guerreros Inti.

Para almacenar y controlar el poder del sol, todo guerrero Inti se imbuía con el enhebrado solar. Cumpliendo con la tradición, todos los guerreros Inti se congregaron para la ceremonia de elevación de Illari, listos para darle la bienvenida con los brazos abiertos. Sin embargo, nadie podría haber estado preparado para la verdadera magnitud de su poder. El procedimiento liberó una cantidad devastadora de energía solar de su cuerpo, lo que provocó un estallido que destruyó la cámara entera. Los guerreros Inti eran historia, como también lo era el futuro para el que Illari había pasado la vida preparándose.

Incapaz de hablar con nadie después de la tragedia, Illari se ha aislado y rechaza la compasión de nadie. El accidente vuelve a suceder una y otra vez en su cabeza, no puede pensar en otra cosa que no sea en si el resultado hubiera sido distinto si no la hubieran presionado nunca para aspirar a la grandeza. Sin un camino claro que seguir, Illari continúa con su entrenamiento diario a pesar de no tener a nadie que la guíe. Con el paso del tiempo, una cosa le queda dolorosamente clara:

es la última guerrera Inti y debe enfrentarse sola al mundo.