Maugaloa Malosi, también conocido como Mauga, ha desafiado la ley desde pequeño. Su padre lideró la rama samoana de los los Asaltantes abisales, un grupo eco-rebelde que se convirtió en una familia para Mauga. Lo acompañaron en todas sus aventuras, inculcándole una buena dosis de falta de respeto por la ley. En sus misiones alrededor de la Polinesia, Mauga aprendió desde temprana edad que el carisma abre puertas y la destrucción hace hablar a la gente. Mientras los Asaltantes abisales luchaban contra aquellos que no respetaban la belleza de sus mares e islas, Mauga se convirtió en un guerrero de renombre.

Mauga se convirtió en una leyenda local en Samoa cuando una intensa batalla lo dejó gravemente herido. Un médico de los Asaltantes abisales realizó una cirugía cardiaca de emergencia, dándole un segundo corazón cibernético para complementar su corazón orgánico dañado y así volver a la lucha. Con su nueva fuerza, salió victorioso. El triunfante Mauga regresó a Samoa, donde le esperaban más mejoras y cirugías. A medida que aumentaba su fuerza, también aumentaba la necesidad de un mantenimiento constante. Vivir siempre al borde de la muerte le enseñó a Mauga a vivir cada día como si fuera el último.

En la medida en que la actividad de los Asaltantes abisales fue disminuyendo, Mauga fue sintiendo la sed de más aventuras. Le llegó la noticia de que Akande Ogundimu había aniquilado al Azote de Numbani y despertó su interés. Al ver a un oponente digno en el tal Doomfist, Mauga lo desafió a una pelea sin reglas, donde todo vale. A Doomfist le dio gracia; sintió algo en el joven y aceptó. La épica pelea terminó en empate, con ambos hombres exhaustos, pero sin ánimos de admitir la derrota. Impresionado, Doomfist le ofreció un lugar con Talon, la promesa de actualizaciones cibernéticas regulares y todo el caos que sus dos corazones deseaban.

Con Talon, el mundo entero se convirtió en el patio de juegos de Mauga. Se hizo amigo de Baptiste, un médico talentoso que terminó desertando de la organización. Mauga tenía la tarea de localizarlo y traerlo de vuelta, vivo o muerto. Se conocieron en Haití, y Mauga convenció a su viejo amigo para que se uniera a otra misión de Talon para extorsionar a un empresario local. Al final de la misión, Baptiste logró escapar una vez más. Pero a Mauga no le importó. La persecución es la mitad de la diversión. Hasta que se enfrente de nuevo a su viejo camarada, Mauga está contento en compañía de Talon... Por ahora.